Las mariposas tienen un ciclo vital complejo llamado metamorfosis, en el cual se evidencian cuatro etapas: Huevo, oruga, crisálida y adulto.
Luego de ser copulada, la hembra pone los huevos en su planta hospedera (planta predeterminada por las especies, en las cuales ponen sus huevos y que posteriormente serán el alimento de las orugas). Algunas especies ovipositan en grupos grandes y otras individualmente en diferentes plantas y partes de ellas como en las hojas, tallos, nuevos brotes, etcétera. Los huevos normalmente tienen formas redondas u ovaladas, y pueden tener coloraciones amarillas, naranjas, blancas o verde claro-crema; pueden tener surcos verticales, filas de puntos, puntos oscuros o pueden ser de una sola coloración; tardan entre 4 y 10 días en eclosionar, y la planta hospedera específica, les proveerá alimento a las orugas después de su eclosión.


Una vez nace la oruga, puede pasar entre 12 y 40 días en este estadio dependiendo de la especie; las larvas pasan por 4 o 5 mudas de piel a medida que van creciendo, y cada cambio representa una etapa diferente de desarrollo.
Al llegar a la última muda, la oruga buscará un lugar donde colgarse con la seda que ella misma segrega a través de una glándula especializada ubicada en la parte inferior de su cabeza, e inicia la formación de la pupa o crisálida, desprendiéndose totalmente de su piel y formando el capullo que dará lugar a la tercera fase de su metamorfosis.
En su siguiente fase, la crisálida puede durar de 7 a 30 días dependiendo de la especie y la temperatura del medio.
Algunas especies forman crisálidas de colores claros en forma de bellota, otras pueden ser oscuras con apariencia de hoja seca, y otras pueden tener colores brillantes o presentar espinas y estructuras puntiagudas en su superficie como método de defensa o mimetismo. Una vez la crisálida completa su desarrollo, la estructura comienza a transparentarse, haciendo posible observar algunas coloraciones propias de las alas y órganos de la mariposa. El capullo se rompe y finalmente emerge el adulto, el cual inicia el proceso de estiramiento y secado de sus alas, hasta alcanzar su tamaño final y poder volar, reproducirse y hacer posible el comienzo de un nuevo ciclo.


Algunas mariposas pueden alcanzar grandes tamaños de hasta 30 cm y otras tan solo algunos centímetros; sus alas presentan gran variedad de formas, colores y tamaños. Pueden tener forma alargada redondeada, con puntas, márgenes dentados o irregulares, incluso con colas prolongadas redondeadas o alargadas. En cuanto a su coloración, frecuentemente presentan colores brillantes, iridiscentes, claros u oscuros, e incluso formas y estructuras en función de camuflaje o defensa. Algunas simulan la apariencia de ojos de grandes depredadores, se cree que con la función de confundir al atacante, otras pueden presentar colores brillantes advirtiendo la presencia de toxinas y sabores amargos para evitar ser predadas.